Tengo el honor de pertencer al Colectivo Literario Alta Hora de la Noche, grupo de poetas latinoamericanos del área metropolitana de Washington DC. El grupo fue creado por Vladimir Monge y otros poetas salvadoreños del área "para compartir sus poesías y resaltar el legado del poeta salvadoreño Roque Dalton, que representa el anhelo de una patria nueva y justa, así como el más crudo exilio. Tomaron el titulo Alta Hora de la Noche de uno de los poemas de Roque, el cual se lee al inicio de las tertulias literarias. Al principio, solo había salvadoreños, pero se unió Ricardo Ballón de Bolivia y luego, otros poetas de diversos países hispanoamericanos. Hoy formamos el colectivo escritores de El Salvador, Cuba, Rep. Dominicana, Colombia, Bolivia, Argentina y Uruguay. Escribimos y promovemos la poesía, respetando nuestras diferencias individuales y enfocándonos en lo que nos une". Tal como lo explica su página de Facebook.
En la pasada Peña de los viernes se le hizo un homenaje al poeta Roque Dalton, quien cumpliría este año -el 14 de mayo- 84 años, si no hubiera sido vilmente asesinado un 10 de mayo de hace ya 44 años. Quiero hacer aquí también un homenaje a un hombre valiente e inteligente que le ha dado a su país orgullo y dignidad. Y como todo bien poeta, su obra es universal, pues habla de la condición humana, de los desposeídos, de quienes nunca pueden, los "tristes más tristes del mundo" que aunque en su poema se refiere a sus compatriotas Salvadoreños, es tan latinoamericano y universal como la pobreza misma.
Poemas de Roque Dalton
Poema de amor Los que ampliaron el Canal de Panamá (y fueron clasificados como "silver roll" y no como "gold roll"), los que repararon la flota del Pacífico en las bases de California, los que se pudrieron en la cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua, por ladrones, por contrabandistas, por estafadores, por hambrientos, los siempre sospechosos de todo ("me permito remitirle al interfecto por esquinero sospechoso y con el agravante de ser salvadoreño"), las que llenaron los bares y los burdeles de todos los puertos y las capitales de la zona ("La gruta azul", "El Calzoncito", "Happyland"), los sembradores de maíz en plena selva extranjera, los reyes de la página roja, los que nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los que murieron de paludismo o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla en el infierno de las bananeras, los que lloraran borrachos por el himno nacional bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta, los que apenitas pudieron regresar, los que tuvieron un poco más de suerte, los eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos. Alta hora de la noche Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre porque se detendrá la muerte y el reposo. Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos, sería el tenue faro buscado por mi niebla. Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas. Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta. No dejes que tus labios hallen mis once letras. Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio. No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto desde la oscura tierra vendría por tu voz. No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre, Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre. Como la siempreviva Mi poesía es como la siempreviva paga su precio a la existencia en término de asperidad. Entre las piedras y el fuego, frente a la tempestad o en medio de la sequía, por sobre las banderas del odio necesario y el hermosísimo empuje de la cólera, la flor de mi poesía busca siempre el aire, el humus, la savia, el sol, de la ternura. Hora de la ceniza Finaliza septiembre. Es hora de decirte lo difícil que ha sido no morir. Por ejemplo, esta tarde tengo en las manos grises libros hermosos que no entiendo, no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia y me cae sin motivo el recuerdo del primer perro a quien amé cuando niño. Desde ayer que te fuiste hay humedad y frío hasta en la música. Cuando yo muera, sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable, mi bandera sin derecho a cansarse, la concreta verdad que repartí desde el fuego, el puño que hice unánime con el clamor de piedra que exigió la esperanza. Hace frío sin ti. Cuando yo muera, cuando yo muera dirán con buenas intenciones que no supe llorar. Ahora llueve de nuevo. Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto como hoy. Siento deseos de reír o de matarme. Aquí el poema de amor musicalizado por el grupo Yolocamba -I-Ta e interpretado en esta versión por el grupo Guanacos: Mario Benedetti y Daniel Viglietti, amigos personales del poeta, le dedicaron este poema canción, Daltónica:
Mario Benedetti:
Llegaste temprano al buen humor al amor cantado al amor decantado llegaste temprano al ron fraterno a las revoluciones Daniel Viglietti: Pulgarcito de poeta que se escapa y me cosquilla, tan alegre, tan sin silla, tan de amores torrenciales, tan sin fin. Alegría de una tierra que se quita las fronteras, se desnuda las caderas, las volcánicas centrales de una luz. Mario Benedetti: cada vez que te arrancaban del mundo no había calabozo que te viniera bien asomabas el alma por entre los barrotes y no bien los barrotes se afojaban turbados aprovechabas para librar el cuerpo usabas la metáfora ganzúa para abrir los cerrojos y los odios con la urgencia inconsolable de quien quiere regresar al asombro de los libres Daniel Viglietti: Yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi. El año treinta y dos él no vivía y yo lo vi contando sus historias de futuro, iba entre mil. Yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi. Mario Benedetti: le tenías ojeriza a la pureza porque sabías cómo somos de impuros cómo mezclamos sueños y vigilia cómo nos pesan la razón y el riesgo por suerte eras impuro evadido de cárceles y cepos no de responsabilidades y otros goces impuro como un poeta que eso eras además de tantas otras cosas Daniel Viglietti: Pobrecitos los poetas, bendiciones son daltones, donde hay huesos ven marrones territorios prometidos como un sol. Tan bracito su poesía, se levanta en los sensuales laberintos marsupiales y reparte polen rojo, se abre en flor. Mario Benedetti: ahora recorro tramo a tramo nuestros muchos acuerdos y también nuestros pocos desacuerdos y siento que nos quedan diálogos inconclusos recícrocas preguntas nunca dichas malentendidos y bienentendidos que no podremos barajar de nuevo pero todo vuelve a adquirir su sentido si recuerdo tus ojos de muchacho que eran casi un abrazo casi un dogma Daniel Viglietti: Yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi. Era el año tres mil, ya él no vivía y yo lo vi. La muerte equivocada lo llevó y él anda aquí; y yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi. Mario Benedetti: el hecho es que llegaste temprano al buen humor al amor cantando al amor decantado al ron fraterno a las revoluciones pero sobre todo llegaste temprano demasiado temprano a una muerte que no era la tuya y que a esta altura no sabrá que hacer con tanta vida. Daniel Viglietti: Pulgarcito de poeta que se escapa y me cosquilla, tan alegre, tan sin silla, tan de amores torrenciales, tan sin fin. Crece armado de esperanza, desentierra lo perdido, le hace un hijo de sonido al silencio de ese pueblo que es maestro de sus sueños. Que se escapa y nos cosquilla, tan sin miedo, tan sin silla, tan amado, tan armado, tan de todos, Salvador.
1 Comentario
Sofía Estévez
9/23/2019 08:56:34 pm
Gracias por mantener vivo el recuerdo de Roque, poeta inmenso y de todos. En esta selección vemos la belleza y transparencia de sus versos muchas veces viscerales, otras, sarcásticos, siempre genuinos. Maestro de la metáfora.
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